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Decenas de miles de madres nos escribieron para narrarnos lo que había pasado. Estas madres nos contaban con orgullo y con placer lo siguiente:
1.- Sus bebés habían aprendido a leer con facilidad.
2.- A sus bebés les había encantado aprender.
3.- Había aumentado el grado de amor entre la madre y el bebé (cosa que nos contaban con mucho agrado, pero sin sorprenderse de ello).
4.- El grado de respeto de la madre hacia el hijo había aumentado a pasos agigantados (esto lo contaban con alegría y con bastante sorpresa por su parte).
5.- Al ir desarrollándose la capacidad de los niños para leer, también se desarrollaba su amor al aprendizaje, así como sus capacidades en muchos sentidos.
(...)
Recibimos todos los días cartas de las madres, como llevamos recibiéndolas desde 1964. Estas cartas son himnos de victoria, y su tema es la alegría y las alabanzas que les inspiran las enormes posibilidades de sus bebés en el instante en que las descubren.
Estas madres nos cuentan cómo se confirman sus impresiones intuitivas sobre las capacidades innatas de sus bebés, y nos expresan la decisión absoluta por parte de ellas de que sus hijos gocen de todas las oportunidades posibles para llegar a ser todo lo que son capaces de ser.