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La Revolución Pacífica.
La Revolución Pacífica empezó calladamente, muy calladamente, hace más de un cuarto de siglo. Fue, y es, la más pacífica de todas las revoluciones. Es probable que se trate de la más importante de todas las revoluciones, y es seguro que es la más gloriosa de todas.
Consideremos, en primer lugar, el objetivo de la Revolución Pacífica: otorgar a todos los padres los conocimientos necesarios para tener unos hijos muy inteligentes, extremadamente capacitados y deliciosos, y crear con ello un mundo muy humano, cuerdo e íntegro.
(...)
Y ¡qué revolución tan inesperada!
¿Quién había oído hablar nunca de una revolución sin muertes, sin dolor, sin tormentos, sin torturas, sin derramamiento de sangre, sin odios, sin hambrunas, sin destrucciones? ¿Quién había oído hablar de una revolución pacífica?
En esta revolución, la más pacífica de todas, existen dos adversarios. El primero es el más implacable de los enemigos, los Mitos Antiguos, y el segundo es el más temible de los rivales, las Cosas Como Son. No es necesario destruir las viejas tradiciones; basta con que las falsas creencias que se han mantenido durante mucho tiempo se marchiten sin que nadie las eche de menos. No es necesario romper en mil pedazos lo que tiene valor hoy día: basta con que las cosas que actualmente son destructivas se disuelvan por falta de uso.
¿Quién lloraría la desaparición de la ignorancia, de la incompetencia, del analfabetismo, de la infelicidad y de la pobreza?
¿Acaso la eliminación de estos adversarios antiguos no nos daría un mundo más amable, con menor necesidad de violencia, de homicidios, de odios y de guerras, o incluso sin necesidad de ninguna de todas estas cosas?"