jueves, 17 de julio de 2008

Método Doman: actitud, motivación y velocidad


En los foros de estimulación temprana aparecen frecuentemente mensajes de madres que decidieron empezar el programa de Glenn Doman y, después de una o dos sesiones, vienen a contarnos que su hijo "no está interesado", que "no mira las tarjetas", que "prefiere jugar".

Éste es un punto clave; más bien es EL punto clave: hay que presentar el programa como un juego, no como una clase magistral. Se han de tener en cuenta varias cosas y Doman es muy claro sobre ellas:

1) Hay que divertirse. Si la madre o el niño no se divierten, algo no está yendo como debería; por tanto, deja el programa, vuelve a leer los libros y analiza qué estás haciendo mal y cómo podrías mejorar.
"La madre no debe jugar nunca a este juego a no ser que su hijo y ella estén los dos contentos y en forma",
escribe Doman.

2) Para mantener al niño motivado no sólo hay que divertirse: también hay que dejarlo con ganas de más. Por tanto, una regla fundamental es que las sesiones sean cortas. Doman habla de grupos de cinco palabras, de sesiones cada media hora, etc, etc. Pero mucha gente olvida que también -y sobre todo- habla de pasar 3 palabras si el niño quiere ver 4, y que mejor pasar una sola que ninguna.
"Déjelo siempre antes de que su hijo quiera dejarlo. Nunca hay suficiente; en consecuencia, él siempre quiere más."

3) Por último, la velocidad es esencial.
"Nosotros, los adultos, lo hacemos casi todo demasiado despacio para los niños. El área en que esto se advierte de una manera más dolorosa es en el modo en que los adultos enseñan a los niños pequeños. En general, esperamos que el niño se siente y que se quede mirando sus materiales didácticos, y que ponga cara de concentración." "Una sesión lenta es una sesión mortal. Es un insulto a la capacidad de aprendizaje del niño pequeño, y él la interpretará como tal."

Tristemente mucha gente confunde el objetivo de los programas con sus consecuencias. Un niño puede o no aprender a leer a los 3 años. Un niño puede o no aprender a hablar correctamente 4 o 5 idiomas a los 5 años. Un niño puede aprende o no a distinguir una obra de Bach de una de Schubert. Un niño puede aprender o no todas las capitales del mundo, sus banderas y sus himnos.

Pero que aprenda todas estas cosas, en su caso, será una consecuencia que no debe convertirse en objetivo.