Aunque algunas cuestiones todavía están abiertas al debate, existe consenso generalizado entre la comunidad neurocientífica respecto del efecto positivo que el sueño tiene sobre los procesos de aprendizaje y la memoria. Se han realizado diversos estudios siguiendo dos enfoques: de un lado, enfocándose en la relación entre los estadios del sueño y los tipos de memoria y aprendizaje; de otro lado, analizando los efectos que la privación del sueño de calidad tiene sobre el aprendizaje.
La memoria funciona en tres pasos, que son: la
adquisición de nueva información y conocimientos, su consolidación y su
recuperación. La adquisición y la recuperación se dan durante el estado de
vigilia, pero la consolidación se da durante la fase del sueño, que fortalece
las conexiones neuronales existentes. Durante el sueño, además, se reorganizan
los aprendizajes nuevos con los anteriores, se les da una nueva valoración
emocional y, al formarse nuevas conexiones, se producen aprendizajes nuevos. Podría
decirse que, mientras dormimos, nuestro cerebro realiza un proceso parecido al
de la desfragmentación del disco duro de un ordenador, reorganizando la
información para mejorar su eficiencia.
El sueño, no obstante, debe reunir los requisitos
de cantidad y calidad suficientes. De no ser así, el grado de atención durante
la vigilia se verá reducido lo que conllevará, también, una reducción del
aprendizaje. Por tanto, no sólo el sueño es importante para el aprendizaje sino
que es indispensable.
Además, al tratarse de un proceso evolutivo, es
importante tener en cuenta que el sueño de un niño pequeño no tiene las mismas
fases que el de un adolescente ni que el de un adulto y que no todos dormimos
igual. Éste es el error del método Ferber y similares, que merman la calidad
del sueño y afectan, por tanto, no sólo al bienestar general físico y emocional
sino también al desarrollo del aprendizaje y la memoria.
Disponiendo de toda la evidencia científica de la
que disponemos hoy en día, padres y educadores debemos darle al sueño la
importancia que tiene e instruir a los niños en este conocimiento. Sólo
conociendo el funcionamiento del cerebro, los procesos de aprendizaje que se
dan durante el estado de sueño y las nefastas consecuencias de su privación,
los niños podrán tomar auténtica consciencia de su importancia.