miércoles, 15 de abril de 2015

El orden lógico de la estimulación temprana



[Boletín Tarkus Kids de enero 2015]


Hoy quiero comentar un tema muy importante sobre la estimulación temprana.


Hay algunas creencias erróneas sobre esto, como la que asegura que es como abrigarse antes de que llueva, que se pretende forzar el desarrollo del niño y que es inútil hacerlo


Pero todo tiene una explicación. En el caso de la estimulación temprana, sólo podremos comprender (y por tanto, hacerlo bien) si conocemos cuál es el funcionamiento del cerebro y, sobre todo, su proceso de formación.


Siempre que vayamos a utilizar algún programa de estimulación temprana con nuestros hijos debemos tener en cuenta su edad pero, sobre todo, el grado de desarrollo y madurez de su cerebro.



En el cerebro humano existen tres tipos de áreas que tienen funciones diferentes: las primarias, perciben los estímulos; las secundarias los identifican y las terciarias los relacionan. Además, es sabido que las estructuras simples del cerebro maduran antes que las complejas, por lo que los estímulos que proporcionemos al niño deben ser acordes a su proceso de maduración y crecimiento. No sirve de nada proporcionar estímulos dirigidos a las áreas secundarias si éstas aún no se han desarrollado, igual que no sirve de nada tirar de una planta para que crezca más y más rápido. 


En un primer momento (es decir, en los primeros meses de vida e incluso antes del nacimiento) la estimulación debe ser únicamente sensorial. 


En estos meses, las áreas del cerebro que funcionan son las primarias, las que perciben los estímulos, así que de nada serviría proporcionar estímulos dirigidos a las otras áreas. Lo órganos sensoriales captan esos estímulos y los traducen en impulsos eléctricos que llegan hasta el cerebro. Se trata de la función primaria de percepción para ello el niño utiliza los cinco sentidos. Más adelante, las áreas secundarias permitirán su identificación y, finalmente, las terciarias cumplirán la función más compleja, que es la de relación. Así que nuestro programa de estimulación debe seguir ese mismo esquema para que sea eficaz. 







Es importante también estimular el sentido del equilibrio, ya que ello repercutirá favorablemente en el posterior desarrollo de la motricidad del niño. A partir del sexto mes de embarazo comienza a funcionar el oído interno, responsable del equilibrio, por lo que los movimientos de la madre van a servir para estimular ese sentido. Después del nacimiento, mecer al niño, acunarlo, levantarlo, etc, son también ejercicios que fomentarán su equilibrio y el desarrollo motor. Estos movimientos deben hacerse siempre con suavidad y progresivamente para evitar causarle mareos o daños al niño. 


En un patrón de desarrollo sano, un niño de dos meses comenzará a reptar; uno de siete a gatear, y uno de 12 a caminar con ayuda. Como siempre, las edades son orientativas y dependen de la madurez de su cerebro. 


Y tú ¿has estimulado a tus hijos? Cuéntanos cómo lo hiciste en lau@tarkuskids.com 












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