lunes, 25 de marzo de 2013

Ce n'est qu'un debut (Sólo es el principio)



En el año 2006, la maestra Pascaline Dogliani empezó a organizar talleres de filosofía para los alumnos de la escuela infantil donde trabajaba. “Sólo es el principio” es el resultado de un trabajo que duró tres años (entre el rodaje y el montaje) y que va mucho más allá de la mera experiencia pedagógica.

Las tareas preparatorias consistían en  sesiones de dibujo, lectura de historias, espectáculos teatrales, etc. Después, los niños y su maestra se sentaban alrededor de una vela encendida y empezaba la sesión de filosofía. Niños de 4, 5 y 6 años respondían a cuestiones trascendentales sobre la muerte, el amor, la libertad, la inteligencia, la amistad o el racismo dando su propia versión de cada concepto, tratando de encontrar ejemplos válidos y aprendiendo a razonar. En las primeras sesiones, Pascaline les guía mediante una serie de preguntas sobre cada tema. Pero a lo largo de dos años, los niños aprenden a escuchar al otro y a responderle, reconstruyendo su propio pensamiento y analizando los puntos de vista encontrados.

En estas sesiones no hay obligación de participar; no hay respuestas correctas e incorrectas, no hay evaluación, no hay premios ni castigos. No hay siquiera una duración determinada, no hay un horario que cumplir. Algunas sesiones duraron más de una hora, pero hubo otro que sólo duró diez minutos. Se agotó el tema, los niños no tenían nada que decir, de modo que se levantó la sesión. Todas las respuestas son válidas porque son sinceras. Constituyen un camino en la construcción del pensamiento racional de cada niño; aprenden a escuchar al otro pero también a si mismos, fortaleciendo así su propia autoestima. Es todo lo contrario de la escuela convencional, donde hay tantas pautas rígidas marcadas, tantos objetivos por cumplir y tantos métodos predeterminados, que no cabe la evolución personal del niño.

El documental se ha comparado con “La clase” y con “Ser y tener”, y ha sido ampliamente elogiado por su autenticidad, por ser ágil y divertido sin dejar de ser profundo y educativo. Se le ha criticado, por el contrario, que no tiene “nada que ver con la filosofía”. Probablemente el sentido de la crítica es que no tiene nada que ver con las “clases de filosofía”. Porque ¿qué es la filosofía sino el planteamiento de cuestiones fundamentales sobre la existencia humana? ¿Acaso la edad de los participantes invalida de algún modo sus respuestas y sus argumentaciones?

El proyecto de Pascaline va más allá de la escuela; no es académico y no se agota en el espacio escolar, sino que continúa en casa, con las familias y, previsiblemente, continuará a lo largo de toda la vida de sus participantes. Porque este taller “sólo es el principio”.